El Tren de la Vida

No estamos aquí para volvernos semillas
ni decorados de vitrinas de milenios,
somos simplemente pasajeros de paso
en este largo tren llamado vida.

Cada minuto, alguien deja esta formación,
para trasbordar un nivel superior
o volver a comenzar el viaje…
cómo saberlo ahora.
El viaje lleva su propio tiempo.

Somos pasajeros de un tren que avanza,
sentados cómodamente mirando hacia atrás,
observando cómo las vías se van haciendo pasado.
Todos esperando el momento de bajar
aunque sin saberlo.

Nunca sabremos cuál es nuestra estación
ni cuándo será el momento indicado de dejar este tren.
Tampoco podemos saltar, evitarlo,
ni siquiera movernos al fondo del vagón
o irnos al de más atrás.

Un tren llamado vida
y una estación llamada destino.
Viajamos con la esperanza de entender,
con el deseo de aprender,
con el anhelo de descubrir
los secretos ocultos en cada curva,
en cada parada.

Miramos por la ventana,
vemos paisajes de risas y lágrimas,
de triunfos y derrotas,
de encuentros y despedidas.
Cada estación es un misterio,
cada parada, una oportunidad
de crecer, de cambiar,
de encontrar sentido en este viaje.

Algunos pasajeros se cruzan en nuestro camino,
dejando huellas imborrables en nuestras almas,
otros, sólo sombras pasajeras
que se desvanecen en el tiempo.

El tren sigue su marcha,
imparable, incansable,
y nosotros, con él,
cargando nuestros sueños y temores,
nuestros amores y desengaños,
nuestros aprendizajes y errores.

No estamos solos en este viaje,
somos una multitud de almas
buscando respuestas, compartiendo momentos,
aprendiendo juntos en este gran viaje.

El destino es incierto,
la estación final, un misterio,
pero en cada minuto, en cada segundo,
hay una lección, una enseñanza,
un destello de luz que nos guía,
que nos muestra el camino.

Y así, seguimos adelante,
en este tren llamado vida,
hacia una estación llamada destino,
con la certeza de que cada viaje,
cada paso, cada momento,
es parte de una gran aventura,
una travesía eterna
que nos transforma, que nos eleva,
que nos hace ser quienes somos,
alumnos de paso en esta inmensa escuela,
viajeros eternos en el tren de la vida.

 

tren

Torrentes

Como torrentes.
Cambiamos, nos reinventamos,
creemos ser los mismos,
¿acaso lo somos?
Quizás sí, o seguramente no,
tan solo otra de las posibles versiones
que hay de nosotros mismos. Infinitas.

Cambiamos en aspecto y en lo profundo,
en risas y en lágrimas,
como el río que nunca es el mismo,
en el eterno fluir de la vida.

Cada día, una nueva faceta,
una versión distinta de nuestro ser,
un reflejo en el espejo del tiempo,
una metamorfosis sin fin.

Somos hojas en el viento,
cambiando con cada estación,
raíces profundas que se transforman,
pero nunca olvidan su origen.

Así, seguimos, siempre en movimiento,
en el baile constante de la existencia,
redescubriéndonos a cada paso,
en el maravilloso viaje del ser.

torrentes

 

La Historia de Mateo

En un pequeño pueblo, vivía un hombre llamado Mateo
que siempre pensó que sabía lo que era mejor para él.
Hacía sus propios planes y trataba de controlar su destino
con una determinación inquebrantable.
Pero, a pesar de sus esfuerzos, algo siempre parecía faltarle.
Sentía un vacío en su interior,
una inquietud que no podía explicar.

Un día, Mateo se encontró con una anciana sabia
mientras paseaba por la calle. Ella le dijo:
«A veces, para crecer verdaderamente,
debemos soltar y dejar ir.
El universo tiene su propio plan para nosotros,
más grande y hermoso de lo que podemos imaginar».

Mateo, intrigado por sus palabras,
comenzó a reflexionar sobre su vida.
Se dio cuenta que,
aunque había trabajado duro
para mejorarse a sí mismo y alcanzar sus metas,
algo le impedía crecer espiritualmente.
Comprendió que era su necesidad de control
lo que lo frenaba.

Decidió probar algo nuevo.
Empezó a confiar en el flujo natural de la vida,
a escuchar su intuición y a soltar sus expectativas.
Con el tiempo, descubrió que el crecimiento espiritual
era un proceso de volvernos más conscientes
de nuestra verdadera naturaleza
y de tomar decisiones alineadas con nuestro mayor bien.

Dejando que el universo actuara,
Mateo se abrió a nuevas experiencias y oportunidades.
Se dio cuenta de que el verdadero crecimiento
no consistía sólo en mejorar sus habilidades o conocimientos,
sino en comprender y liberar los obstáculos que lo retenían.
Empezó a sentir una conexión más profunda
con todo lo que lo rodeaba,
encontrando paz y sabiduría en cada paso.

Mateo entendió que el crecimiento espiritual
no era un destino, sino un viaje continuo
de autodescubrimiento y transformación.
En este camino, encontró la plenitud que tanto había buscado,
aprendiendo a confiar en la vida
y a actuar en armonía con su esencia y el universo.

Una cosa es el crecimiento personal
y otra el crecimiento espiritual 😉

mateo

Verdad

A veces suele mentirnos la verdad

y cuánto duele.

El vacío de los bullicios,

el grito de los silencios, tan profundo.

Nada como la vida lejos de la ciudad,

donde el alma respira,

lejos de la grasitud de las grandes capitales,

el colesterol de las almas vivas.

La vida en sol mayor,

una melodía en el viento,

el grito suspendido en un sí,

en clave de amor.

En los campos,

la serenidad se despliega,
en el susurro de los árboles,

en el canto de los ríos,

encontramos la pureza,

el sentido verdadero.

Lejos del ruido y la prisa,

donde el alma renace,

donde los sueños

se entrelazan con la realidad,

donde el corazón encuentra su ritmo

y la vida se convierte

en una sinfonía de paz.

Que cada día sea un acorde perfecto,

que cada momento sea una nota de armonía,

en esta canción de amor y esperanza,

que es la vida,

en su más pura esencia.

 

verdad

Sólo Presente

El hubiera no existe, sólo el presente,
duro y real, es lo único que siente.
El peor enemigo, a menudo, somos nosotros mismos,
pero los sueños imposibles pueden volverse ciertos,
cuando se sueñan juntos, con amor y aliento.
La búsqueda intensa de inmediatez en el hombre,
es quizás su mayor problema, su constante reto.
Sin la paciencia como compañera,
todo se vuelve urgencia, todo desespera.
Corremos como desesperados hacia ningún lado
y siempre nuestras sombras permanecen, fieles.
Buscamos culpables,
-eternamente inocentes-
y basta una pausa para descubrir que nadie nos perdió,
nosotros mismos nos hallamos.
El hubiera no existe, sólo el presente,
duro y real, es lo único que se siente.
En el ahora encontramos nuestro ser,
enfrentamos miedos, desvelamos el querer.
En esta búsqueda de inmediatez,
sin la paciencia como guía y compañía,
todo se vuelve urgencia, todo es prisa,
pero en el presente, en el ahora, está la vida.
Soñemos juntos, con amor y calma,
y veremos los imposibles volverse reales.
En el compás del momento, en el abrazo del hoy,
es donde se encuentra el verdadero gozo.

presente

 

Final

Todo tiene un final, todo termina,
el amor no escapa a esa infalible ley de la vida.
A veces a un tiempo de rosas e idilio,
le sigue otro frío y descolorido
hasta que, como hojas muertas,
caen por su propio peso.

Las primeras grietas aparecen silenciosas,
insidiosas, casi imperceptibles,
pero cada una es un eco de lo que está por venir,
una premonición del desmoronamiento inevitable.

Los que eran nuestros problemas
se transformaron en sus problemas y mis problemas,
nuestros proyectos se transformaron
en sus proyectos y mis proyectos.

Una división que antes no existía,
un abismo que crece con cada día que pasa.
El otrora camino compartido,
se divide en caminos separados.

Alguno llena una valija con sus cosas,
la puerta se cierra a sus espaldas,
se despide sin palabras, sin mirar atrás,
y la puerta se cierra con un clic definitivo.
Un sonido que marca el fin de una era.
Y nunca más se vuelve a pisar el mismo suelo.

El mundo compartido es ahora
un mundo diferente,  inerte y desolado.
El amor, que antes era un jardín en flor,
se marchita con el tiempo, víctima de la inclemencia.

El tiempo de las rosas se desvaneció,
dejando lugar a una estación de hojas muertas,
de fríos amaneceres y de noches solitarias.
Los sueños compartidos
son ahora  amargos recuerdos.

El suelo compartido se volvió extraño,
cada rincón, cada objeto, un recordatorio
de lo que fue, de lo que ya no será.
El mundo que construimos juntos
desmoronado en un paisaje desolado,
inerte, esperando ser reclamado por el tiempo,
por el olvido.

Todo tiene un final, todo termina,
y el amor, por más intenso y verdadero que sea,
no escapa a esta ley infalible de la vida.
Pero en cada final, en cada adiós,
hay una lección oculta, un susurro de esperanza,
una promesa de que, quizás, en algún rincón del tiempo,
volveremos a encontrar un nuevo comienzo,
una nueva razón para amar, para soñar,
para creer.

 

final

Bellas

Hay mujeres tan bellas, radiantes,
que a veces los hombres ni siquiera osan mirar,
el precio de tanto brillo, la carga de la belleza,
un resplandor que ciega, un misterio que pesa.

Hasta los mismos ángeles han perdido sus alas,
embelesados por su encantadora hermosura,
quedando atrapados en su serena dulzura,
como la luna que al mar siempre llama.

La gran materia pendiente en muchos hombres
y ahora también en mujeres,
es aprender a admirarlas, apreciarlas,
valorarlas sin condición,
sin acosos, sin seducción,
con ese simple y profundo don:
Respeto.

En sus ojos, un universo de historias,
en su risa, la melodía de la vida,
aprender a ver más allá de la piel,
descubrir la esencia, el alma, la luz fiel.

Que cada palabra sea un susurro de alabanza,
que cada gesto sea un tributo sincero,
porque en el respeto florece el amor verdadero
y en la admiración, un mundo de esperanza.

 

bellas

 

Amor de Perro

Parece sólo un perro…
A veces me sorprende
su filosofía, su sabiduría.
Libre como el viento,
su amor sin ataduras,
un amasijo de pelos y ternura,
esa misma que perdemos
cada día más y más.

¿Qué pensará cuando me mira?
A veces creo ser un impostor,
sin derecho a su amor.
Tanto desastre organizado,
y él, aún así,
me ama sin condición.

Cuando me inunda la tristeza,
mi perro, en silencio,
se la hace suya,
y de un lenguetazo,
la convierte en sonrisas.
Un deborador de pecados.
¿Existe amor semejante?

Sólo me abruma una gran injusticia:
cuando el hombre se vuelve malo,
al hombre lo llaman perro.
¡Qué ofensa para un perro,
compararlo a gente mala!

En su mirada hay una verdad eterna,
una bondad que no conoce fin,
y en su compañía incondicional,
se construye el refugio,
de un amor puro, sin igual,
sin fin.
Sin final.

 

perro

 

El Silencio y Sus Voces

Hay personas que no pueden, no saben
estar en medio del silencio…
una TV encendida, personas siempre cerca,
con su eterno murmullo.
Auriculares en la sien. Historias de una realidad.
Cuando para otros, el silencio
no es una ausencia de sonido
sino una música para las almas sensibles;
así los sonidos se convierten en voces
y cada voz tiene una razón, un lugar,
un porqué en el rompecabezas de la vida.

Un día encontraremos las voces perfectas
para cambiar los murmullos y serán simples.
Notas en el pentagrama de la naturaleza.
El silencio, a veces incomprendido,
es un refugio para aquellos
que saben escuchar más allá del ruido,
más allá de lo evidente.
Para ellos, el silencio no es vacío,
es plenitud, es la melodía sutil
que susurra secretos del alma,
la música que brota del corazón de la tierra.

Cada murmullo del viento, cada susurro del agua,
cada crujido de las hojas al caer,
se convierten en notas de una sinfonía eterna,
donde cada sonido tiene su lugar,
su momento, su razón de ser
en este vasto rompecabezas.

Hay quienes buscan llenar el vacío con ruido,
temiendo enfrentar la soledad,
mientras otros encuentran en el silencio
un diálogo íntimo con el universo,
una comunión con lo infinito.

Es en ese silencio donde las almas sensibles
descifran los mensajes ocultos,
donde las voces del pasado y del presente
se entrelazan en una danza armoniosa,
donde cada nota es una pieza vital,
un eco de amor, de esperanza, de vida.

Un día, cuando aprendamos a escuchar
con el corazón abierto,
encontraremos las voces perfectas,
esas que resuenan con la verdad más pura,
esas que son simples y auténticas,
como las notas de una canción antigua,
que la naturaleza ha cantado siempre.

Y entonces, el ruido se desvanecerá,
dejando espacio para una música nueva,
una sinfonía de simplicidad y belleza,
donde cada sonido, cada voz,
tendrá su lugar sagrado,
y nosotros, con el alma despierta,
seremos capaces de entender
el lenguaje profundo del silencio,
esa melodía que nos une a todos,
en el gran pentagrama de la vida.

 

silencio

El Murmullo del Viento

Te cuento una historia de viento, si de viento
Atroz es el tiempo
si nos dejamos atrapar en su juego,
siempre hay un momento en el que parar.
La vida y su escuela, escucha el murmullo del viento
que sabe más que lo que te dice en cada silbo.
A veces grita que Cupido vive en tus cabellos,
claro que el viento lo sabe,
calla conmigo el pecado y el precio
de ser un tipo común,
eternamente romántico;
un hombre simple que aprendió a compaginar
la ternura con la piel.
El viento susurra secretos, historias olvidadas,
teje sus murmullos entre tus cabellos
y me cuenta lo que los astros susurran
cuando la noche se viste de sueños.
Cupido, travieso, se esconde en tu aroma
y el viento lo delata con un suspiro.
Yo, un hombre simple,
me dejo llevar por la brisa,
dejando que la ternura de mis manos
encuentre refugio en tu piel.
En cada caricia, en cada roce,
el viento es nuestro cómplice,
guardando nuestros secretos,
nuestras confesiones de amor susurradas al oído.
En el juego del tiempo, aprendimos a detenernos,
a saborear el instante, a dejarnos envolver
por la magia del momento,
donde la eternidad se encuentra en una mirada,
en un beso suave como la brisa de la mañana.
Soy un romántico sin remedio,
un poeta de lo cotidiano y en tu compañía,
la vida se convierte en una melodía dulce,
un poema eterno, donde cada verso es una promesa,
cada palabra, una caricia, y cada silencio,
un espacio sagrado donde nuestros corazones
se encuentran.
Así, el viento nos guía, nos susurra caminos,
nos canta verdades y en su danza,
descubrimos que el amor es la más bella
rebelión contra el tiempo, una llama que arde,
brillante y constante,
en el corazón de dos almas que aprendieron
a encontrar la eternidad
en cada instante compartido.

 

viento