Cenizas de estrellas

Somos cenizas de estrellas,
jugando a ser dioses,
caminando entre heridas
que el viento oculta,
como si el tiempo
no pudiese tocarnos,
si fuésemos eternos,
inmortales.

Vivimos dolidos,
con el alma cubierta
de cicatrices invisibles,
proyectando en otros
lo que en nosotros
aún no ha florecido en paz.

Odiar es entregar tus horas
a quien no habita tu corazón.
Es regalar el latido más puro
a la sombra
de lo que no quieres ser,
de quien ni siquiera quieres.

Perdona y en ese acto
libérate del peso
de las noches amargas.
Vivir es simple,
como el murmullo
del agua que corre,
como el brillo del sol
en un día sin promesas.

Vivir es simple,
nosotros somos complicados.

cenizas de estrellas

Nico

Había una vez…

un joven llamado Nico, que vivía en un pequeño pueblo llamado Tecnodal. Nico era un experto en informática y creía que conocía todos los secretos del mundo digital. Se sentía seguro navegando por la red bajo su alias, «Sombra», pensando que nadie sabría jamás quién estaba detrás de esa identidad.

Una noche…

Nico decidió entrar en una de las profundidades más oscuras del internet, el tercer subsuelo, como le gustaba llamarlo. Usaba una dirección IP enmascarada, herramientas para ocultar su ubicación y un sinfín de trucos que le hacían sentir invisible. Sin embargo, había algo que Nico no comprendía: aunque se escondiera tras capas de tecnología, su proveedor de internet, ese gigante silencioso que le conectaba al mundo digital, lo sabía todo sobre él.

Mientras …

más profundizaba en el tercer subsuelo, más crecía su sensación de invulnerabilidad. «Soy intocable», se decía mientras exploraba redes sociales y sitios secretos. Pero, lo que Nico ignoraba es que cada clic, cada mensaje y cada ‘like’ que había dado a lo largo de los años, formaban parte de un rastro que cualquiera con el conocimiento suficiente podría seguir.

Un día, un extraño mensaje apareció en su pantalla:

«Te conozco, Nico. Sé lo que hiciste ayer, sé lo que compras, lo que ves, lo que comes, y con quién hablas. ¿Crees que eres invisible? Recuerda, en la red, no hay anonimato.»

Nico sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Intentó borrar su rastro, cambiar de identidad una vez más, pero era inútil. Lo que hizo ya estaba grabado. Entendió entonces que en el vasto océano del internet, siempre había alguien observando, una huella digital de la que no podía escapar.

A partir de ese día …

Nico se volvió más consciente de su vida digital. Dejó de creer en el mito del anonimato total y aprendió a navegar con responsabilidad. No se asustó ni se enfureció; simplemente aceptó la realidad: en el mundo digital, lo que haces, quien eres temprano, siempre se sabe.

Moraleja:

No importa qué tan profundo te escondas en la red, que nombre inventes o que nada cuentes sobre ti; siempre dejas una huella. En lugar de temer, acepta la realidad y navega con sabiduría, porque en el mundo digital, el verdadero anonimato es una ilusión.
Quien sabe buscar, sabe todo sobre ti.

Nico

Hormiguita

Ay, la hormiguita, tan pequeña y a la vez inmensa,
nos llenan de rencor cuando nos roban los brotes,
y de ardor cuando pican con su fuerza silenciosa.

Teseo, perdido en el laberinto del Minotauro,
no halló salida hasta que las hormigas, sabias y tenaces,
dejaron un rastro de migas de pan, su única esperanza.

Ellas, trabajadoras, sin mirar al cielo,
ignoran si es día, noche, lluvia o viento,
construyen su mundo con precisión eterna,
como estrellas en las galaxias, sembrando polvo de luz.

El universo, en su sabiduría, refleja en ellas
la perfección de lo invisible, lo sutil y lo eterno.

hormiguita

 

No siempre

No siempre es necesario un amanecer brillante,
puedes quedarte en la cama, con la mente errante,
dar vueltas, hacer pereza, dejarte llevar,
mientras tus sueños comienzan a despertar.

No hace falta sonreír desde el primer momento,
ni estar contenta, ni fingir al viento.
Puedes despertar de mal humor,
y aun así, abrazar el día con fervor.

Pero, eso sí, no permitas al pesimismo entrar,
porque este será un gran día, lo verás brillar.
En tus manos está el destino, la fuerza de caminar,
aunque el sol no salga, tú lo harás alumbrar.

Cada paso que das, cada respiro que tomas,
es un pequeño triunfo, una esperanza que asomas.
No importa cómo despiertes, lo que importa es sentir,
que el día que comienza es tuyo para vivir.

siempre

Cenizas

Renacer de las cenizas
Tras el fuego, la vida sigue su paso,
cenizas flotan como susurros de un adiós,
todo tiene su tiempo, como nosotros,
como cada hoja que el viento despidió.

El silencio es rey en este paraje gris,
sin plantas, sin aves y la tristeza cubre,
un manto oscuro donde antes cantaba el arroyo,
el viento silbaba entre susurros de vida.

Mas la semilla de los recuerdos persiste,
nunca se quema, nunca se olvida.
Es tiempo de sembrar en la tierra herida,
porque el fin es sólo un preludio a lo nuevo.

Y así, en los labios guardamos una verdad:
todo lo que termina es el inicio de un nuevo sueño,
otro horizonte brota en la mirada,
y una nueva vida florece en el silencio.

cenizas

Sombras

Despierto en la penumbra,
sediento de tu agua,
pero sólo me abrazan sombras,
danzando en el vacío,
como espectros que llevan
mi alma en sueños lejanos,
hacia tu fantasma que viene,
a su antojo, a amarme.

Se va luego,
dejándome al frío,
muriendo en silencio,
gritando en susurros,
anhelando tu fuego,
el calor que encienda
mi lecho de ausencias,
porque sin tu latido,
el invierno se vuelve crudo.

Tu mirada me aturde,
como el filo de un recuerdo,
y de pronto una pena
se clava en mi alma,
nunca me dijiste «te amo,»
sólo me diste un cuerpo vacío,
pero aún te adoro,
girando en este laberinto
sin salida, sin ti,
sin luz, vacío.
Perdido en mis sombras.

sombras

Sonrisas y Brisas

Las sonrisas son destellos que quiebran la sombra,
sin promesas ni razones, simplemente son,
río de luz que atraviesa lo que toca,
secuencias de risas que a veces saben a lágrimas.

Imagínate, el amor, lo que hace en tu pecho,
si una sonrisa ya rompe lo que queda en pie.
Tu risa, esa brisa que acaricia el aire,
le da a mi alma un vuelo que nunca conoció.

A veces, nos enredamos en errores,
deseamos felicidad sin conocer su precio,
pero tu sonrisa, esa que llevas al viento,
le canta a la tierra con cada latido tuyo.

Caminemos juntos, allí donde nos lleve la vida,
acariciando el cielo con el corazón abierto.

sonrisas

Oro (Laura)

Oro brillante
Un espejismo azul,
un sueño enredado,
es el rayo de un cometa,
perdido y lejano,
trae en su fulgor
un eco olvidado,
un halo de nostalgia
que nace en mis manos.

Ay, Laura,
no sé cuánto tiempo ha volado,
desde que tus letras
mi alma abrazaron,
eras la alegría
que en mi pecho danzaba,
y la tristeza que al partir
me dejaba.

Eres un ser especial,
un susurro del cielo,
música que acaricia
el viento con su anhelo.
Hay seres maravillosos,
lo sé, lo juro,
pero en ti, Laura,
encuentro lo más puro.

Como el cometa
que en la noche se desvía,
así tu esencia toca mi vida
y la guía.
Eres un enigma,
un misterio que florece,
una sonrisa libre,
como el viento
que no se detiene.
Un sortilegio
de ternura en cada gesto,
una melodía suave,
en el tiempo un eco.

Tu voz, maravillosa,
maternal y sincera,
es la calma
que en la tormenta espera.
Amiga mía, estrella radiante
que ilumina el camino,
en tu presencia encuentro
siempre mi destino.

Eres más que palabras,
más que el sol de cada día,
eres mi amiga maravillosa,
la paz que en ti confía.
Eres Laura.

 

oro

Estaciones

Juegan las estaciones a sucederse,
la primavera trae su néctar,
flores que al viento susurran,
el aire cálido despierta mi piel
y el corazón late distinto,
floreciendo en espera de tu nombre,
ese nombre incompleto, desconocido,
pero siempre tan esperado.

Tengo un arpegio para tu cabello,
melodía que aguarda el concierto
de sudores incompletos,
lágrimas que secar
con el revés de mis dedos,
sueños de estaciones encontradas
donde solo falta tu presencia.

El otoño guarda las hojas,
refresca el aire,
humedece los rincones,
llueve adentro,
como si el cielo supiera
que aún falta tu nombre,
ese nombre que mis labios
nunca pronunciaron,
pero que mi alma reconoce.

Tengo ganas
de otoño o primavera,
de estaciones
que bailan en tu recuerdo,
esperando tu llegada,
como el sol a la mañana,
como la luna a la noche incierta.

estaciones

Dejar de Amar

No dejamos de amar al partir,
lo hacemos antes,
en la quietud de los días,
cuando los ojos ya no se buscan,
cuando las palabras mudas,
se vuelven ecos sordos
y el deseo se disfraza
de sombra pasajera.
El amor no se va,
en el instante final,
se desvanece despacio,
como el sol ocultándose
tras el horizonte,
sin que nadie lo note.

El tiempo gira
su rueda implacable,
algunos lo ven llegar,
otros lo intuyen en el viento,
y muchos,
atrapados en espejismos,
nunca lo comprenden,
anclados al pasado
como náufragos famélicos,
que no saben soltar
la cuerda rota
que los asfixia.

Una relación no muere
en la última palabra,
se desangra lentamente
cuando uno de los dos,
en silencio,
deja de habitar
los sueños compartidos,
y se prepara para irse,
mientras el otro
aún no despierta
de esa tregua ilusoria.

Amar es también
aprender a soltar,
a aceptar la partida
antes del adiós,
porque el amor
no posee,
no retiene,
sólo vuela libre
como el viento
entre las manos.
El miedo y la posesión,
esos verdugos silenciosos,
matan lo que debía ser eterno.

Y sin embargo,
hay quienes no se despiden,
sino que…
se disuelven en el tiempo,
como hojas caídas
que nadie recoge,
dejando huellas en el alma,
que solo el silencio entiende.

amar