Alquimia

Le llaman la alquimia del universo…
esa danza invisible que convierte lo denso en liviano,
el plomo en oro.
Apenas una molécula se desvía… y ocurre el milagro.
Así también es el amor frente al odio:
idénticos en forma,
distintos solo en dirección.

El amor no avisa.
No llama.
Simplemente entra.
Y porque se siente, se sabe.
No hay ciencia que lo mida, ni palabras que lo atrapen del todo.

Empieza como respeto.
Luego simpatía.
Y a medida que el alma se encuentra con la otra,
el afecto nace…
y sin pedir permiso, crece.

Crece como la marea, sin horario ni frontera.
Y ese afecto se desborda,
se vuelve cariño.
Y ese cariño, sin darnos cuenta,
se convierte en amor.
Un paso apenas…
pero un paso inmenso.

Y cuando al fin lo reconoces,
cuando dices “esto es amor”,
a veces ya es tarde.
El universo te ha llevado al punto sin retorno.
Y caes.
No hay forma de volver atrás.
Solo queda avanzar…
aunque el camino no conduzca al lugar que anhelas.

Porque ese lugar no es geográfico.
Ese lugar… es esa persona.
Esa de la que te has enamorado sin remedio,
sin lógica, sin poder evitarlo.
Y duele.
Porque sabes que es imposible.
Y duele más, porque es real.

La impotencia arde.
La frustración ahoga.
Pero hay que resistir.
Aguantar con la dignidad del que ama en silencio.
Del que entiende que del cariño al amor hay solo un paso.
Y que a veces, ese paso basta para cambiarlo todo.

Misterios de la vida.
Alquimia del universo.

alquimia

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