Parece sólo un perro…
A veces me sorprende
su filosofía, su sabiduría.
Libre como el viento,
su amor sin ataduras,
un amasijo de pelos y ternura,
esa misma que perdemos
cada día más y más.
¿Qué pensará cuando me mira?
A veces creo ser un impostor,
sin derecho a su amor.
Tanto desastre organizado,
y él, aún así,
me ama sin condición.
Cuando me inunda la tristeza,
mi perro, en silencio,
se la hace suya,
y de un lenguetazo,
la convierte en sonrisas.
Un deborador de pecados.
¿Existe amor semejante?
Sólo me abruma una gran injusticia:
cuando el hombre se vuelve malo,
al hombre lo llaman perro.
¡Qué ofensa para un perro,
compararlo a gente mala!
En su mirada hay una verdad eterna,
una bondad que no conoce fin,
y en su compañía incondicional,
se construye el refugio,
de un amor puro, sin igual,
sin fin.
Sin final.
Maravilloso poema de amor a esos seres tan especiales
Muy bueno está, me encanta
Mi perro está feliz con tus palabras.
Gracias Ximena, te mando un gran abrazo.