En el ancho cielo de mi mente, anhelo volar libremente,
mas no puedo con esta angustia existencial que me sigue como sombra.
Dime, ¿dónde se esconden los soñadores cuando la luna no brilla en el cielo?
Yo nunca lo pude saber.
Todo tiene su precio, que el tuyo, el mío,
sea tan alto que no lo pueda pagar nadie.
Nada es un error; son simplemente lecciones sin borrador ni corrector.
Lo importante es crecer por dentro y no traicionar sueños.
Cierra los ojos, respira profundo;
que para ver alto no hace falta trepar.
Incluso la noche más oscura y larga no durará para siempre,
ni la estrella más brillante tampoco.
Es así, con tus ojos de llanto no podría nunca partir
aunque en el umbral me aguarde ansioso el olvido.
Este anhelo de volar libremente,
de encontrar sentido en medio de la angustia,
es la esencia de nuestra lucha.
La búsqueda de los soñadores en noches sin luna
es una travesía por senderos de incertidumbre y esperanza.
Cada lección, cada tropiezo,
es una pincelada en el lienzo de nuestra existencia,
moldeando nuestra esencia, forjando nuestro ser.
El precio de mantener la pureza de los sueños,
crecer por dentro, es incalculable. Un viaje solitario a veces,
pero siempre lleno de promesas de amaneceres.
Cuando el peso del mundo nos cierra los ojos en llanto,
es allí, en esa oscuridad momentánea,
donde encontramos la fuerza para seguir adelante.
Porque aunque el olvido nos aguarde, ansioso en el umbral,
es el recuerdo de nuestros sueños
y la promesa de nuestra libertad lo que nos impulsa a seguir.
Y así, navegamos entre estrellas fugaces y noches interminables,
sabiendo que en algún rincón del cielo,
nuestros sueños siempre encuentran su lugar.