Arquitectos
del
Amor
¿Sabes un secreto?
Lo que es realmente mágico
es llegar a conectar con otro ser,
de allí viene la magia.
Somos arquitectos del amor,
creando puentes entre almas.
La amistad es mucho más compleja
que la simple atracción en una pareja.
El ladrillo que sostiene la gran obra
es la sonrisa,
y el pegamento, el cariño,
que con una pizca de buen sentido del humor
construyen las obras maravillosas.
Sólo hay dos errores que se comenten
en el camino del constructor:
No empezar, y no llegar hasta el final.
La belleza en lo cotidiano y transmitir
esa energía positiva que nos inspira.
El universo jamás nos deja solos,
se desvive inventando conexiones increíbles,
poniendo esas personas que entran en nuestra vida
en el momento justo
y nos acompañan y empujan,
con una fuerza inexplicable,
hacia algo que debíamos de vivir,
enfrentar, o no sabíamos que iba a pasar,
pero tenía que ocurrir.
Cada conexión es un puente de luz entre dos almas,
un rayo de esperanza en la oscuridad del mundo.
Construimos con nuestras risas,
con nuestras lágrimas,
con las palabras susurradas
en la intimidad de una amistad profunda.
Esas conexiones son las que nos transforman,
las que nos dan fuerza para seguir adelante,
las que nos recuerdan
que no estamos solos en este vasto universo.
Cada sonrisa es un ladrillo,
cada gesto de cariño,
el cemento que une nuestras almas.
El camino del constructor del amor
es uno de coraje y de fe,
de empezar con la confianza
que el primer ladrillo llevará
a la construcción de algo hermoso,
y de continuar hasta el final,
sabiendo que cada esfuerzo
vale la pena.
El universo conspira a nuestro favor,
tejiendo una red de conexiones invisibles
que nos sostienen y nos guían.
Nos encontramos con las personas adecuadas
en el momento adecuado,
como si una mano invisible nos dirigiera,
mostrándonos el camino a seguir.
Y así, construimos puentes,
no sólo entre nuestras almas,
sino también hacia el futuro,
hacia los sueños que aún no hemos soñado,
hacia las experiencias
que aún no hemos vivido.
Porque al final del día,
lo que realmente importa
no es sólo la obra que hemos construido,
sino las conexiones que hemos forjado,
las sonrisas que hemos compartido,
el amor que hemos dado y recibido.
En cada amistad, en cada encuentro,
en cada momento de conexión,
encontramos la verdadera magia de la vida,
esa chispa divina que nos hace humanos,
capaces de amar, de crear,
de construir puentes
que perdurarán más allá del tiempo.