Nada es casual.
Cada persona que pasa por la vida,
elige su propio lugar,
dibujando constelaciones de encuentros y despedidas.
Vivimos mil decepciones,
como hojas marchitas en otoño,
pero también le siguen dos mil alegrías,
como flores que renacen con la primavera.
Todo el secreto está en dejar fluir el tiempo,
como el río que no se detiene ante las piedras,
sino que las rodea y sigue su curso,
hacia el mar de la serenidad.
El miedo roe nuestra alegría,
como un ratón en la despensa del alma,
y entonces se desvanece también nuestra esperanza,
como el rocío bajo el sol del mediodía.
En la tranquilidad está uno de los grandes pilares,
de la alegría interior,
y en ella, el secreto de la felicidad,
una danza serena entre la calma y el deseo,
un baile eterno bajo la luz de la luna.