Cambiamos…
sí, todo cambia.
El corazón muda su piel como los árboles su otoño,
la mirada aprende nuevas formas de ver la misma luna.
No somos los mismos de antes —
ni tú, ni yo, ni el eco de nuestras risas—.
El tiempo nos roza con dedos de alquimia,
nos pule, nos transforma,
nos enseña que vivir es perder y volver a florecer.
A veces decimos olvido,
pero en verdad decimos sanar.
La memoria no borra: acomoda,
bebe del río que pasa
y deja en la orilla solo lo que todavía brilla.
Cambiamos para no doler igual,
para poder amar distinto,
para reconciliarnos con la sombra
y hallar en ella una chispa de luz.
Porque la vida no se repite,
ni siquiera en sus gestos más suaves.
Cada mañana es una versión nueva del mundo,
cada lágrima es un océano distinto.
El amor también cambia —
se disfraza de despedida,
renace en otra piel,
y sigue siendo él mismo:
esa llama que nunca se rinde.
Así andamos,
mutando entre luces y crepúsculos,
aprendiendo que el cambio
no es perderse,
sino volver al alma,
más libre,
ligera,
más viva.


Todo cambia…
Así es, Sabio inquieto…
Ya no somos los de hace 5 años, ni 30, aunque me quedo con como soy ahora. Vaaale, físicamente la fuerza y vitalidad de la juventud, no vendría mal, pero… La verdad, es que los años no pasan en valde, ni la suma de experiencias y decisiones, aunque a veces lo que hacemos es acomodarnos ante todo eso…
Hoy , he leído: «Es posible experimentar una forma de felicidad
serena y duradera, una felicidad que no depende
de lo que hacemos, sino de lo que somos cuando
dejamos de hacer.»Dicho por un filósofo contemporáneo.
Y es una gran verdad, pero hay que vencer al Ego y aceptar la pérdida qué conlleva,
Qué diferentes son tus escritos, por un lado más periodísticos y por otro lado, como en este apartado, más profundos, intensos, descarnados, sinceros… ¿Sabes con cuales me quedo?
Me rondaban estás reflexiones por la cabeza, estos días y ya era hora de soltarlo…
Un fuerte y cálido abrazo, Maestro de la Vida.
Lagartija Brava, qué bello leerte y sentir ese equilibrio entre la sabiduría que observa y la humildad que abraza.
Sí, todo cambia… y menos mal que lo hace, porque en ese fluir es donde la vida encuentra su sentido. No somos los de antes —ni falta que hace—, somos la suma de todas nuestras versiones, como capas de un árbol que guarda memoria en su tronco pero sigue creciendo hacia la luz.
Esa frase que compartes es una joya. Cuando dejamos de hacer y simplemente somos, aparece esa felicidad serena de la que hablas, la que no necesita aplausos ni conquistas, solo presencia.
Vencer al ego y aceptar la pérdida… tal vez ahí comienza la verdadera libertad.
Gracias por tus palabras y por esa fidelidad silenciosa que siempre vuelve.
Tu manera de mirar y de sentir es también una enseñanza, una que llega sin estridencias, como el viento que susurra entre los árboles. ✨
Un abrazo grande de viento a la distancia, desde este rincón donde también sigo aprendiendo a ser.