El amor ¿es enemigo de la distancia?
No lo sé…
Solamente que…
El mejor sabor es el de tus labios,
el mejor refugio, tus brazos abiertos.
La sonrisa más bella es la que me regalas,
y la mejor compañía… siempre eres tú.
Los peores momentos son los que nos separan,
cuando la ausencia se vuelve un eco vacío,
cuando la piel extraña el roce del alma
y los relojes parecen latir más despacio.
Pero cuando regresas, mi amor,
cuando tu voz cruza el silencio,
cuando tu risa despeina mi tristeza,
entonces respiro… entonces vivo.
Repasemos juntos:
El vino, sin prisa,
los besos, con calma,
el deseo, sin pausa,
y la vida… sin miedo.
Porque cuando el amor es verdadero,
el tiempo se vuelve irrelevante,
las distancias son apenas susurros
y el cuerpo es solo un puente hacia el alma.
Más fuertes son las ganas de amarnos,
de sostener este amor como un faro en la tormenta,
de sentirte en cada palabra que pronuncio,
en cada gesto que guardo en la piel.
Tu mente me recorre despacio a la distancia,
me nombra en silencios que saben a promesas,
y sonrío sin motivos,
porque en cada latido llevas mi nombre.
De todos los amores posibles,
no hay uno más fuerte que aquel
que construye su nido en el alma
antes de haber siquiera desvestido la piel.
Porque el amor, cuando es verdadero,
no se mide en besos robados
ni en noches compartidas,
sino en la certeza de que, sin importar el tiempo,
sin importar la distancia,
sin importar los días de espera…
nos elegimos una y otra vez.