Te cuento una historia de viento, si de viento
Atroz es el tiempo
si nos dejamos atrapar en su juego,
siempre hay un momento en el que parar.
La vida y su escuela, escucha el murmullo del viento
que sabe más que lo que te dice en cada silbo.
A veces grita que Cupido vive en tus cabellos,
claro que el viento lo sabe,
calla conmigo el pecado y el precio
de ser un tipo común,
eternamente romántico;
un hombre simple que aprendió a compaginar
la ternura con la piel.
El viento susurra secretos, historias olvidadas,
teje sus murmullos entre tus cabellos
y me cuenta lo que los astros susurran
cuando la noche se viste de sueños.
Cupido, travieso, se esconde en tu aroma
y el viento lo delata con un suspiro.
Yo, un hombre simple,
me dejo llevar por la brisa,
dejando que la ternura de mis manos
encuentre refugio en tu piel.
En cada caricia, en cada roce,
el viento es nuestro cómplice,
guardando nuestros secretos,
nuestras confesiones de amor susurradas al oído.
En el juego del tiempo, aprendimos a detenernos,
a saborear el instante, a dejarnos envolver
por la magia del momento,
donde la eternidad se encuentra en una mirada,
en un beso suave como la brisa de la mañana.
Soy un romántico sin remedio,
un poeta de lo cotidiano y en tu compañía,
la vida se convierte en una melodía dulce,
un poema eterno, donde cada verso es una promesa,
cada palabra, una caricia, y cada silencio,
un espacio sagrado donde nuestros corazones
se encuentran.
Así, el viento nos guía, nos susurra caminos,
nos canta verdades y en su danza,
descubrimos que el amor es la más bella
rebelión contra el tiempo, una llama que arde,
brillante y constante,
en el corazón de dos almas que aprendieron
a encontrar la eternidad
en cada instante compartido.