El sol calienta la mirada de la fría luna,
es el verano del alma,
disfrazado de nostalgia,
de sueños trasnochados y esperanza oportuna.
Todos somos destino, azar,
el encuentro que llega sin avisar.
No importa el tiempo que dure el calor,
sino la chispa que enciende el amor.
Hay quienes aman sin razón,
y otros temen abrir su corazón.
Como un eco que deja de doler,
pero al mirarte, vuelve a nacer.
Eres creación, eres querer,
el odio que aprende a ceder.
Con los años cambia la piel,
se apaga el fuego, se va la miel.
El verano no es solo calor,
es un susurro que habla del amor.
Te recuerda, entre el sol y la verdad,
que el amor propio es la mayor bondad.
Cuando el vínculo se empieza a quebrar,
es hora de elegirte, de caminar.
Porque antes que dar, debes aprender
que tú mismo eres tu primer querer.