Te espero.
En la búsqueda de otro tiempo, otra voz,
atravesé infiernos para liberar el dolor.
Te busqué, sabes.
Pero no estabas, o no te supe ver. Con sólo pensarlo,
mi rostro se entristece y mi ser tiembla. Los sueños,
como hojas llevadas por el viento, han ido rodando,
pero el recuerdo persiste
como una melodía que se niega a desvanecer.
Extraño. Por eso que…
La amistad es un corazón que late compartido,
latiendo en armonía entre dos almas afines.
Resonando en cada latido en el pecho de otra persona,
es el vínculo que une a dos seres
en un lazo indeleble de afecto y complicidad.
Es en esa resonancia donde encuentro consuelo,
donde la tristeza de no haberte encontrado
se disuelve en la calidez de una conexión genuina.
En cada latido compartido, en cada risa y en cada silencio,
la esencia de la verdadera amistad brilla, sanando las heridas
y fortaleciendo el espíritu. Es ese lazo, esa melodía persistente,
lo que me sostiene, lo que me guía y lo que me hace esperar con esperanza.