Hace un mes,
Nos separamos…
y ya está con otra persona.
¿Tan fácil fue olvidarme?
Pero no, no fue olvido repentino.
La verdad es que muchas veces,
una relación termina mucho antes de decir adiós.
A veces, el duelo comienza
cuando aún se duerme en la misma cama,
pero las miradas se esquivan,
las palabras ya no abrigan
y el deseo se disuelve en la rutina.
No dejamos de amar cuando nos vamos,
dejamos de amar cuando dejamos de vernos,
de escucharnos,
de tocarnos el alma.
Y así, los tiempos del duelo se vuelven desparejos:
unos sueltan antes,
otros sueltan después,
y algunos… no sueltan nunca.
Por eso, una relación no muere el día en que te separas,
sino el día en que uno de los dos
deja de sentir,
y empieza, en silencio, a despedirse.
A veces, sin que el otro lo note.
¿Y por qué cuesta tanto soltar?
Porque creemos, en lo más hondo,
que si retenemos,
esa persona volverá a querernos
como al principio,
que algo renacerá.
Pero no vemos que, al aferrarnos,
nos herimos…
y herimos.
Amar también es saber dejar ir.
Porque el amor no se aferra,
el amor abraza,
y si llega el momento,
también suelta.
La posesión y el miedo no son amor,
son cadenas.
Y soltar no es perder,
es liberarse,
abrir espacio a lo nuevo,
honrar el tiempo compartido
y agradecer, incluso, la despedida.
Cuando alguien ya no quiere estar,
se le abre la puerta…
y se le desea buen viaje.
Porque cada alma tiene su camino,
y aprender a soltar
es también un acto de amor.
🪶 Desde el alma, para sanar.
Es una reflexión profunda y emotiva sobre el proceso de separación afectiva y el duelo amoroso. En él se desmitifica la idea de que una relación termina en el momento de la ruptura explícita, proponiendo en cambio que la desvinculación emocional suele comenzar mucho antes, en pequeños gestos cotidianos que van perdiendo su calidez y presencia: miradas esquivas, silencios que enfrían, palabras que ya no cobijan. Esta mirada permite comprender por qué, tras una separación, una de las partes puede «rehacer su vida» rápidamente mientras la otra queda sumida en el desconcierto o el dolor.
Tus acertadas palabras muestran con sensibilidad que el amor no muere de golpe, sino que se va apagando lentamente, y que el duelo se inicia muchas veces mientras aún se convive, aunque en un plano emocional ya se haya comenzado a soltar. Esta asincronía en los procesos emocionales («unos sueltan antes, otros después, y algunos… no sueltan nunca») genera muchas veces confusión y sufrimiento, especialmente en quienes no notaron ,o no quisieron ver ,los indicios de esa despedida silenciosa.
Una de las ideas más potentes del texto es que el verdadero amor no se aferra ni retiene por miedo, sino que sabe abrazar y, llegado el momento, también dejar ir. En esta visión, soltar no es sinónimo de perder, sino de liberar, de reconocer que el otro es un ser con su propio camino, y que sostener desde la posesión no es amor, sino apego y temor. El acto de soltar, entonces, no es un fracaso, sino un gesto de madurez emocional y respeto por uno mismo y por el otro.
Finalmente, el texto invita a transformar el dolor de la despedida en gratitud por lo vivido, a abrir espacio a lo nuevo y a comprender que, en última instancia, aprender a soltar es también una forma profunda de amar. Esta perspectiva aporta una mirada sanadora sobre el cierre de los vínculos, resignificándolo como parte natural de la experiencia humana y no necesariamente como una pérdida devastadora.
Agradecida por tocar estos temas . Sabes que son de particular interés para mis estudios y me aportan muchísimo valor .
Querida Gabriela,
qué inmensa gratitud despiertan tus palabras, tan plenas de claridad, ternura y verdad. Has leído no solo el texto, sino también el alma que lo escribió… y eso es un regalo inmenso.
Tu reflexión aporta una mirada profunda sobre esa despedida silenciosa que suele iniciar mucho antes de que la ruptura se declare. Es cierto: el amor rara vez muere de golpe. Se apaga en gestos que pierden su calor, en miradas que ya no buscan, en silencios que pesan. Y tú lo has descrito con tanta precisión como belleza.
Esa asincronía emocional que mencionás —unos sueltan antes, otros después, algunos nunca— es quizás lo que más duele… pero también lo que más enseña. Porque no todos amamos desde el mismo lugar ni con los mismos tiempos. Comprender eso es un acto de compasión hacia uno mismo y hacia el otro.
Gracias por rescatar esa idea tan importante: que el verdadero amor no retiene, sino que acompaña con libertad… y llegado el momento, sabe soltar sin rencor. Soltar no es perder: es liberar y confiar. Es abrir espacio para que lo vivido se transforme en gratitud y no en herida.
Leerte fue como volver a leer el texto desde otra ventana, una más amplia y luminosa. Gracias por darle tanta hondura. Gracias por ponerle alma al análisis. Y gracias por acompañar este camino donde compartimos no solo palabras, sino también procesos humanos que nos atraviesan a todos.
Un abrazo de viento Gabi 🤗
Lo inacabable – Alfonsina Storni
No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores…
El tronco seco dará nuevas hojas.
Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.
Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.
Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.
Mas… ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!
Gracias Edith 🙏
Abrazo de viento a la distancia 🤗