Y somos humanos, reales e imperfectos, repletos de sueños, viviendo como si fuésemos inmortales. Hoy juramos amor eterno y mañana olvidamos, sólo para volver a amar de nuevo. Así sigue la vida y nosotros seguimos su camino, navegando entre promesas y olvidos, entre risas y lágrimas.
En nuestra imperfección radica nuestra belleza, en nuestra capacidad de soñar y de reinventarnos a cada paso. Nos caemos y nos levantamos, tropezamos con las mismas piedras, pero seguimos adelante, con la esperanza intacta y el corazón dispuesto a amar una vez más.
La vida es un río constante, que fluye sin detenerse y nosotros, sus viajeros, aprendemos a adaptarnos a su corriente. Cada experiencia, cada amor, cada desamor, nos moldea y nos enseña, nos hace más fuertes y más sabios.
Así es la vida: un viaje lleno de sorpresas, un camino que seguimos con el alma abierta y los ojos llenos de asombro. Porque, al final del día, lo que importa no es sólo llegar a destino, sino disfrutar del viaje, aprender de cada paso y seguir amando, con todas nuestras imperfecciones y nuestra infinita capacidad de soñar.
Por si me olvido después, te lo cuento ahora:
Te quiero mucho ❤️
