En mares de rostros comunes,
surgen como islas esas almas raras,
ofrecen refugio cálido, amistad pura,
una paz que no sofoca, que se queda,
únicas en sus imperfecciones perfectas.
Nada es casual en este vasto océano,
coincidir es magia, quedarse es amor,
y sólo el amor es tan universal como la muerte.
Está en nosotros descubrirlo,
dejarlo volar en la inmensidad de la vida,
amar hasta que duela y doler hasta olvidar.
Las palabras tienen otro sonido
cuando vibran con verdad,
una verdad que deberíamos buscar
y abrazar como única constancia.
Somos viajeros, breves en este mundo,
dejando apenas un eco,
un recuerdo en quienes amamos,
esperando ser esa sonrisa,
ese instante de alegría que reviva en otros,
y así, recordemos: valora lo que tienes,
porque no habrá una segunda vez.