Todos venimos al mundo con una llave que puede abrir ciertos corazones, pero puede trabar otros al intentarlo. Es el juego del cerrajero llamado amor y sus manos salen del alma. Rarezas del corazón y secretos de los silencios. Un torbellino donde nada importa cuando el cerrajero se encapricha con un corazón con candado. Sufre, llora y nada sirve. Entonces, el amor se echa a perder y violamos nuestros principios y todo lo que amamos por pura porfía.
Esto se llama ego y es el enemigo de la razón y mal consejero del corazón. En nuestra ceguera, confundimos el egoísmo con la fuerza del amor y terminamos dañando lo que más apreciamos. Es un ciclo doloroso, donde el orgullo nos lleva a perder lo más valioso. Sin embargo, el mismo ciclo nos enseña y nos transforma.
Así, olvidamos y volvemos a amar. Es el gran ciclo de la vida de los seres que nos llamamos humanos. En cada vuelta, aprendemos un poco más sobre la humildad, la entrega y la verdadera esencia del amor. Nos damos cuenta de que el verdadero cerrajero del corazón no es el ego, sino la empatía y la comprensión.
Es un viaje continuo, donde cada que usamos la llave, cada corazón que intentamos abrir, nos revela más sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza del amor. Y en ese viaje, aprendemos a diferenciar entre el amor verdadero y las ilusiones del ego. Encontrando finalmente la paz y la satisfacción en las conexiones genuinas que logramos forjar.
Lo triste de esta historia es que muy pocos aprenden lo que es el amor y a saber amar y muchos son los que olvidan de qué se trata el amor en realidad. Algunos llegan a olvidarse de amar por completo y cierran su corazón.
El amor, en su forma más pura, es una fuerza que nos eleva, que nos conecta con los demás y nos recuerda nuestra humanidad compartida. Es paciencia, comprensión, entrega y empatía. Pero cuando el corazón se cierra, esas cualidades se vuelven inalcanzables y el amor se convierte en un recuerdo distante, una melodía olvidada.
Aún así, en medio de la tristeza, siempre hay una chispa de esperanza. Incluso los corazones más cerrados pueden volver a abrirse. A veces, todo lo que se necesita es un gesto de bondad, una muestra de cariño, para despertar el amor adormecido. Recordar cómo se siente amar y ser amado puede romper las barreras más firmes y encontrar ese corazón especial donde la llave que trajimos, puede funcionar. Sólo esa.
Redescubrimiento y esperanza, el corazón siempre puede volver a abrirse y el amor, aunque a veces parece perdido, siempre está esperando por la llave que tiene nuestra alma o la llave que lo puede abrir.