La vida es magia, el Universo la gran obra
¿Serán las fotografías las hijas de ese mago que encanta al tiempo y lo vuelve eterno, congelando recuerdos y bañándolos de juventud?
¿Será el alma una flor caída del paraíso, reposando a la orilla del camino de la vida y del tiempo?
Las fotografías, como hijas de un mago ancestral, capturan instantes efímeros y los convierten en eternos. Cada imagen es un hechizo que guarda la esencia de momentos vividos, creando un puente entre el ayer y el hoy, donde la juventud y la alegría permanecen intactas, desafiando el paso del tiempo.
El alma, delicada y etérea, es una flor caída del paraíso, llevada por el viento del destino hasta la orilla del camino de la vida. Fragilidad y belleza, un puente de cristal al interior del ♥️ y el infinito; la conexión con lo divino y nuestra capacidad de florecer incluso en los terrenos más inhóspitos.
¿Dónde quedan los sueños, dónde las ilusiones, en qué laberinto se ocultan entre los hombres y Dios? En el misterioso laberinto entre los hombres y Dios, los sueños buscan su camino, navegando por las corrientes de fe y deseo, esperando el momento de convertirse en realidad.
En ese espacio sagrado entre la vigilia y el ensueño, los sueños e ilusiones encuentran su hogar. Allí, en el cruce de caminos donde la vida y el tiempo se entrelazan, donde el pasado y el futuro se abrazan, es donde las respuestas a nuestras preguntas más profundas reposan, recordándonos que, en el vasto tapiz de la existencia, cada momento, cada esperanza, cada imagen congelada en el tiempo, forma parte de una historia mucho más grande y maravillosa.