Postales

Postales del alma.

Del pasado que se vuelven futuro…

Era pequeña mi talla, curiosa mi mente.
Y en los amplios jardines mi niñez jugaba.
Sabia del duende, de los sueños, de la luna.
Del amor de la vida y la ternura de Dios.
Aroma a misterio los días tenían.
Y en todas las esquinas, el amor habitaba.
Tenia ilusiones en un hombre maduro.
Con puertas abiertas, senderos y triunfos.
Los días de ahora en silencio me muestran.
A otro sereno, complaciente y discreto.
Sin lágrimas que llorar, sin miedos por temer.
Viviendo memorias, promesas de sal.
Semanas y meses, monotonía me brindan.
Y mi pobre estirpe angustiada tirita.
Palpita allá lejos la inocencia del niño.
Y en vacía agonía se muere mi Dios.
Controlada y taciturna mi vida se escapa.
El amor y la fe poco a poco se alejan…
Y a ritmo lento e irrevocable.
Marcho sereno a la niñez de mi vejez.

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