Bellas

Hay mujeres tan bellas, radiantes,
que a veces los hombres ni siquiera osan mirar,
el precio de tanto brillo, la carga de la belleza,
un resplandor que ciega, un misterio que pesa.

Hasta los mismos ángeles han perdido sus alas,
embelesados por su encantadora hermosura,
quedando atrapados en su serena dulzura,
como la luna que al mar siempre llama.

La gran materia pendiente en muchos hombres
y ahora también en mujeres,
es aprender a admirarlas, apreciarlas,
valorarlas sin condición,
sin acosos, sin seducción,
con ese simple y profundo don:
Respeto.

En sus ojos, un universo de historias,
en su risa, la melodía de la vida,
aprender a ver más allá de la piel,
descubrir la esencia, el alma, la luz fiel.

Que cada palabra sea un susurro de alabanza,
que cada gesto sea un tributo sincero,
porque en el respeto florece el amor verdadero
y en la admiración, un mundo de esperanza.

 

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