Es un karma dulce y cruel,
seguirla mientras ella no me busca,
soñar con el calor de sus ojos,
y encontrar solo un helado ocaso.
Dejaría todo por un suspiro,
aunque su mirada esquive mi alma.
El corazón, ciego y terco,
ignora lo que la razón silencia.
Cada paso me lleva hacia ella,
un abismo que desafía el vacío.
Amar sin recibir amor
es un fuego que arde sin abrigo.
Pero a veces, en su silencio,
resuena un eco que no me pertenece.
Quizá el amor ciego no busca mirar,
solo avanzar, aunque sea en la penumbra.