Cielo Negro

Cielo negro de tormenta,
el viento arrastra
lo poco que queda.
Densos nubarrones
presagian mal tiempo,
pero no traen agua que redima
la tierra reseca,
son semblantes cabrones,
que nos la jalan día tras día.
Malos tiempos
para quienes escriben,
entre ovejas mansamente dóciles,
un carnero atraviesa el campo.

Llueve, y no es poco.
Los pecuniarios frotan las manos,
yo los miro,
de lejos, al resguardo.
Cielos grises, nubarrones espesos,
mientras los que dicen
saber de letras
han olvidado la poesía
que duerme en una falda,
y solo elogian
divisas ya desgastadas,
haciendo promesas
que nunca cumplieron.

Triste y dormida
quedó la cultura,
la grandeza apagada,
la impronta del poeta.
Entre truenos y luces
de falsos relámpagos,
sólo se leen manuscritos
que cuentan seguidores
y no palabras.

El carnero, ahora reo,
el interesado,
villano declarado,
mientras negros nubarrones
presagian
tormenta sobre las letras.
Las almas se encogen,
y las palabras, antes libres,
se ven atrapadas
en el eco vacío
de un aplauso inerte
que nunca sonó.

cielo negro

Ojos de Mar y Cielo

En tus ojos reflejado el mar,
profundo y misterioso, lleno de secretos.
Tus labios, horizonte donde el cielo
y el océano se encuentran,
una línea etérea, forjando sueños y aventuras.
Allí, en el borde mismo de tu sonrisa,
se oculta el deseo de explorar lo desconocido,
caminando las arenas, quizás la foto perfecta.

Tu voz, el susurro de las olas en la noche,
envuelve en un canto de sirena.
Cada gesto tuyo, una brisa marina,
que refresca tu espíritu y lo llena de vida.

En la bruma de la mañana, tu mirada un faro,
guiando corazones perdidos entre tempestades.
Cada parpadeo, un reflejo, una captura
de estrellas en la mar nocturna,
un faro en la distancia que susurra promesas.

El viento lleva el eco de tus risas,
olas que rompen suavemente
en la costa de mil pensamientos.
Y así, navegando en tu presencia,
suspiro que se pierde y se encuentra,
como un marinero que siempre busca,
pero nunca quiere hallar el final.

Tu sonrisa, un atardecer en tierras lejanas,
donde el sol se encuentra con el mar en un beso eterno.
Cada risa tuya, una melodía que el viento susurra,
envolviendo el corazón en un lazo de ternura.

Tus abrazos, un puerto seguro,
un barco sosiego, descanso y consuelo.
En cada foto, siento la caricia del viento,
que me lleva a las costas de tu amado Cantábrico.
Fotos que flotan suaves,
acariciando pensamientos.
Risas, campanas en la distancia,
Que resuenan en el valle de los sueños.

Tu amor,  un faro en la tormenta,
guía de caminos en la oscuridad.
Eres el ancla que sostiene,
y el velero que lleva a soñar.
En cada foto, en cada postal
con epígrafe Belén Sisto.

 

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