Con la figura triste y dormida,
caminas entre sombras silentes,
los sueños que ayer florecían
se ocultan tras velos ausentes.
El viento susurra recuerdos,
de amores que no han de volver,
y en cada latido olvidado,
tu alma comienza a ceder.
Pero en la tristeza hay promesas,
en la calma renace el valor,
y aunque el alma esté adormecida,
despierta al calor del amor.
El cielo que antaño brillaba
se viste de grises sin fin,
las estrellas, cansadas, se apagan,
y el alma se ahoga en su confín.
Mas entre la sombra y el frío,
la esperanza se atreve a brotar,
como un rayo que rompe el vacío,
y vuelve la vida a soñar.
Es en la tristeza profunda
donde el corazón sabe esperar,
que la luz, aunque tarde, despunte
y el alma de nuevo alce a volar.