Un hombre solo, sentado y mirando el horizonte, es un loco solitario o quizás tan sólo un alma libre buscando las preguntas a las respuestas que ya tiene y descubriendo su propia sabiduría. Quizás tenga la mirada llena de tristeza o quizás esté sereno y sonriente; ¿cómo saberlo? Mientras su mirada se pierde en la arena de la vida, vendrán nuevos soles para alumbrar nuevas sonrisas y así descubrir su pequeñez y su vulnerabilidad, como su inmensurable amor a la vida y a las cosas simples, como mirar la arena y el horizonte.
En la vastedad del horizonte, encuentra un espejo de su propia existencia. Sentado allí, en la quietud del momento, es un enigma para quienes lo observan desde lejos. ¿Es su soledad una elección consciente, una búsqueda de respuestas más profundas, o un refugio ante las tormentas de la vida?
Cada grano de arena que contempla es una historia, un fragmento de tiempo atrapado en su simpleza. Los nuevos soles que amanecen traen consigo promesas de renovación, iluminando no sólo la vastedad del paisaje, sino también las sombras ocultas de su alma. En esos amaneceres, hay una oportunidad de redescubrir la belleza en lo cotidiano, en las cosas pequeñas y aparentemente insignificantes.
Tal vez, en su soledad, descubre una paz interior que la compañía de otros no puede ofrecerle. O quizás, en esa misma soledad, se enfrenta a los ecos de su propia tristeza, encontrando consuelo en la serenidad del horizonte. La dualidad de su estado, entre tristeza y serenidad, refleja la complejidad de la vida misma.
Y mientras el sol se eleva y cae, mientras los días se transforman en noches y nuevamente en días, este hombre solitario, con su mirada fija en el horizonte, aprende a abrazar tanto su pequeñez como su inmensurable capacidad de amar. Descubre que en la simpleza de observar la arena y el horizonte reside una verdad profunda: que la vida, en toda su vastedad y simplicidad, es un regalo precioso.
Así, sentado y en silencio, se convierte en un testimonio viviente de la belleza que se encuentra en la contemplación, en la reflexión, y en el amor por las cosas simples. En su soledad, no está solo; está en comunión con el universo, con cada grano de arena, con cada rayo de sol y con cada latido de su propio ❤️