Infinitamente roto

Caminaba diciendo no poder amar,
infinitamente roto en su corazón,
olvidado del sabor que el alma da.
Pero llora al compás de una canción,
y sueña, siempre, sin razón.

Se emociona con gestos del viento,
con un libro, un verso, un momento.
No es que haya olvidado el amor,
sólo carga las grietas de viejos dolores.

Su pecho es un océano herido,
donde naufragan barcos sin abrigo.
Cada lágrima es sal en el abismo,
cada suspiro, un eco de sí mismo.

El tiempo teje silencios oscuros,
tejidos frágiles, bordes impuros.
Como cristal que rompe al caer,
así se quiebra su fe en querer.

El amor pasa por la vida como un huracán,
arrasando todo a su paso fugaz.
Dejando en cenizas arboles que supieron ser,
y un corazón perdido en su ego,
buscando la brújula del no saber volver a ser.

Siempre él decía no poder amar,
caminaba la vida en su soledad,
creyendo haber olvidado el sabor,
de un beso, un suspiro, un simple ardor.

El amor no se había marchado del todo,
era su corazón, roto en mil modos.
Cerrado al mundo, temía sentir,
pues amar es caer y también redimir.

Un domingo 15 de diciembre lo supo,
la verdad siempre estuvo frente a él,
mirando su foto, sus ojos, su sonrisa,
no es el amor quien está roto, es nuestro corazón.

Si pudiera olvidar por un instante su mente,
y sus gritos de negación hiriente,
estoy seguro que diría,
que igual que tú, su corazón aún latía.

Aún en su herida hay destellos,
pequeñas luces, fugaces y bellos.
Porque incluso roto, su alma murmura,
que el amor duele, pero también cura.

Un domingo de diciembre, sin decirlo,
Laura se lo dijo.

roto