Silbando bajito,
caminando entre perros fieles,
nunca vi una mirada igual.
Ábreme tus brazos,
no preguntes.
Déjame entrar en tu mundo,
donde las miradas suaves nacen,
el rincón de tus miedos,
donde hierven y palpitan
ligeras sensaciones.
Mirando las nubes,
saltando el arroyo seco
con mis vergüenzas,
con mis pudores intactos.
Tú conoces el reino de los sueños,
los ojos asombrados
por el amor desvelados,
donde el sol nace desde adentro
y la luna jamás cambia de cielo.
Agua cristalina,
días cansados y arrugados,
rencores perdidos,
amores ya olvidados.
Sueños postergados,
luces vivas,
promesas llenas de fantasías.
Donde Alicia rompió el espejo,
el lobo se volvió uva,
y mis sueños, sí ellos,
se abrieron a tus manos.