Las personas que han encontrado su esencia
son humildes y auténticas,
conectan genuinamente con los demás,
y nos ofrecen amistades sanas y profundas.
Aunque no es fácil descubrirlas,
están por todas partes,
son aquellas con las que conoces la felicidad,
las que te ayudan a volar, a brillar,
y a descargar tu mochila.
Ellas, las personas con las que compartes
la complicidad, la permanencia,
son tesoros que apreciar y cuidar
desde lo más profundo de cada uno de nosotros.
Personas especiales hay muchas,
pero las que nos hacen reír,
las que despiertan carcajadas
que acaban en dolor de barriga,
están hechas de un material diferente,
saben lo que es ser un ángel.
La grandeza de las personas
está dibujada en sus corazones,
en su capacidad para darse a los demás
a través de actos de bondad
con la única intención de hacerles más felices.
Porque no hay nada más grande
ni que reconforte tanto como ayudar.
Así son las buenas personas.
Las delata la bondad como signo de superioridad
y la paciencia como estrategia
para comprender a los demás.
No presionan, no gritan,
no fuerzan, todo lo contrario.
Saben interpretar silencios,
respetar tiempos,
y ejercer como sostén
cuando alguien lo necesita.
¿No lo has notado?
Estaba hablando de ti