Postales

Postales del alma.

Del pasado que se vuelven futuro…

Era pequeña mi talla, curiosa mi mente.
Y en los amplios jardines mi niñez jugaba.
Sabia del duende, de los sueños, de la luna.
Del amor de la vida y la ternura de Dios.
Aroma a misterio los días tenían.
Y en todas las esquinas, el amor habitaba.
Tenia ilusiones en un hombre maduro.
Con puertas abiertas, senderos y triunfos.
Los días de ahora en silencio me muestran.
A otro sereno, complaciente y discreto.
Sin lágrimas que llorar, sin miedos por temer.
Viviendo memorias, promesas de sal.
Semanas y meses, monotonía me brindan.
Y mi pobre estirpe angustiada tirita.
Palpita allá lejos la inocencia del niño.
Y en vacía agonía se muere mi Dios.
Controlada y taciturna mi vida se escapa.
El amor y la fe poco a poco se alejan…
Y a ritmo lento e irrevocable.
Marcho sereno a la niñez de mi vejez.

postales

Postales

La vida, momentos cual postales,
Soles y lunas que cruzan,
el horizonte de nuestra existencia.
Todos tenemos un lugar,
un instante preciso,
donde la vida se quiebra
y cambia su rumbo.

Es un antes y un después,
una marca, una huella,
con rostros cercanos
que permanecen en silencio.

Así desandamos el sendero,
dejando el pulso grabado,
no en los pasos gastados,
sino en cicatrices profundas.

Momentos callados,
historias sin voz,
que son las postales de la vida,
que sigue mientras andamos.

Son instantes eternos,
sellos de nuestro andar,
la memoria que se queda
aunque sigamos de largo.

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