Abrí el tarot del amor,
buscando respuestas,
y allí estaba mi corazón,
rodeado de espadas.
Me hablaron los astros:
«Necesitas copas, oros,
y otra vez espadas
clavando tu alma.»
Confundido y aturdido,
debía sacar otra carta,
pero fui al cajón,
donde guardo la de tu adiós,
y el callejón sin salida
de nuestra historia.
¿Cómo alinear el sol
y la luna en tu ascendente,
para que tu amor
sea mi cenit
y la estrella ilumine
a los enamorados,
mientras van en la carroza,
descubriendo el mundo?
Sortilegio de luna,
torre y rueda,
el ermitaño me abraza
en su larga soledad.
Un mendigo enseña oros
a los ciegos de la vida,
y al final, soy el loco
que ama la vida,
soñando con copas
y su sacerdotisa.