Amor y Tiempo

El amor es fuego, que  a veces quema como el sol,
otras, es como la  luna fría y distante,
lo sentimos en la piel, en carne propia,
y aprendemos que el odio duele menos que el olvido.

La indiferencia es un desierto,
donde nada crece, nada se siente,
porque lo que más lastima no es el adiós,
sino ese silencio que mata lentamente.

Un enojo nos cierra puertas,
nos vamos y fingimos que la vida sigue,
borramos fotos, conversaciones, incluso corazones,
pero los recuerdos, ésos, ni el tiempo los borra.

La sonrisa es la gran medicina de la vida,
pero no te engañes, no lo cura todo,
sólo sana quien provoca esas sonrisas,
quien toca el alma y la devuelve a la vida.

El tiempo es un maestro cruel,
que nos vuelve apáticos, fríos, insensibles,
no por falta de sentimientos,
sino por el peso de las decepciones.

Y aun así, seguimos esperando,
porque el amor, como el sol y la luna,
siempre vuelve,
calienta y sana, incluso lo que parecía perdido.

amor

Milagro del Tiempo

Vivir es todo un milagro

Es increíble cómo el paso del tiempo
todo lo cambia, todo lo transforma.
Cuando era joven, luchaba contra el deseo,
porque tener sexo era un pecado,
una sombra que acechaba en la norma.

Ahora que han pasado los años,
todo es distinto, todo es nuevo,
hasta tener sexo ya no es un pecado,
sino un milagro, un regalo del cielo.

Así la vida va pasando,
entre recuerdos y cambios constantes,
hasta que las ganas te envuelven,
y dices: «no puedo más».

Entonces, cuando por fin cedes al impulso
para que las ganas se desvanezcan,
descubres que te vienen más y más,
en una paradoja que la vida nos enseña.

Porque en este viaje que es vivir,
lo prohibido se convierte en anhelo,
y lo que antes parecía lejano,
hoy es un deseo insaciable que no tiene fin.

 

milagro

 

Arenales del tiempo

En los vastos arenales del tiempo, él caminaba solo, perdido en la inmensidad de sus pensamientos. Hasta que un día la encontró a ella, una mujer que no era perfecta, como él tampoco lo era. Sus risas llenaban el aire y sus conversaciones lo hacían reflexionar profundamente. Ella, con su amor, le ofrecía una parte de su corazón, consciente de que podría romperlo.

Ella no era su primer amor, quizá ni su último, pero en ese momento, era su todo. Había amado antes y podría amar de nuevo, pero en esos días dorados, lo amaba a él.

Él sabía que ella no pensaría en él todo el tiempo, pero lo aceptó. No esperaba más de lo que ella podía dar y no intentó cambiarla. En cambio, decidió darle lo mejor de sí mismo.

Juntos, compartieron momentos imperfectos pero reales. Ella admitía sus errores y él los aceptaba, entendiendo que la verdadera belleza estaba en su humanidad.

No la lastimó, ni trató de cambiarla. En su relación, encontró una verdad simple pero poderosa: el amor no busca la perfección, sino la autenticidad.

Si te enamoras del alma antes de besar la piel, sabes que es amor verdadero, una joya preciosa en un mundo obsesionado por el deseo.

El verdadero amor se construye en la comprensión y la empatía, en una conexión profunda de corazones y mentes.

Moraleja: El amor verdadero no se encuentra en la perfección, sino en la aceptación de las imperfecciones.
Amar a alguien por quien es y darle lo mejor de uno mismo, sin intentar cambiarlo, es el camino hacia un amor genuino y duradero.
El verdadero amor nace del alma y se nutre de la comprensión y la conexión profunda.

 

arenales

Hijos del Tiempo

Hay cosas que llevan su tiempo
y otras que el tiempo se lleva.
Es la ley del universo.
Fluir, eternamente cambiar.

El río no se detiene, siempre avanza,
llevando consigo historias, memorias,
dejando atrás lo que ya fue,
abrazando lo que está por venir.

Las estrellas nacen y mueren,
dejando su luz en el vasto firmamento,
recordándonos que incluso la eternidad
tiene sus ciclos, sus transformaciones.

El viento acaricia las hojas,
las lleva consigo en un baile sin fin,
cambiando paisajes, creando nuevas formas,
un susurro constante de movimiento y vida.

Los momentos se desvanecen como arena entre los dedos,
pero cada grano cuenta una historia,
un fragmento de la infinita danza
de creación y destrucción, de comienzo y fin.

Aceptar esta ley del universo
es entender la belleza del cambio,
la serenidad en el flujo constante,
la magia en cada transformación.

Fluir, eternamente cambiar,
es encontrar la paz en el movimiento,
la sabiduría en la impermanencia,
la alegría en cada respiro, en cada latido,
en la certeza de que todo lleva su tiempo
y todo encuentra su lugar en el sabio orden del universo.

tiempo

 

Tiempo

Vaya que el tiempo me ha transformado.
Siembro sueños en cada quimera para después
recoger sonrisas maduras en cada gota de rocío.

El tiempo, sí, ese artesano invisible,
ha esculpido en mí la capacidad
de encontrar belleza en lo efímero,
de hallar poesía en cada estación.

En los días fríos, cuando la tierra duerme
bajo un manto de hielo, soy el jardinero de las estrellas,
cultivando sueños que florecerán con el primer rayo de sol.

Mis pies descalzos, que sienten el pulso de la tierra,
transforman el hielo en esperanza,
creando senderos de luz donde antes sólo había oscuridad.

En los días cálidos, bajo la sombra protectora de un olmo,
contemplo las nubes como un pastor observa su rebaño.
Cada nube es un suspiro, un pensamiento fugaz
que se desvanece en el cielo,
dejando tras de sí un rastro de nostalgia y serenidad.

Así, el verano se convierte en un lienzo
donde los sueños se pintan con los colores del atardecer.
Y en esa danza cósmica, los astros susurran secretos
y los ruiseñores del aire entonan melodías para mi alma.

Algún planeta errante vocifera que mi carta astral está plagiada:
hay miles de soles escondidos al acecho al filo del horizonte,
mientras por el ascendente sube el humo de un tabaco
que olvidé cuando era adolescente.

Soles y misterios, mapa de un viaje sin fin,
una travesía donde el pasado y el presente se entrelazan
en una sinfonía de recuerdos y promesas.
Vaya enjambre de ruiseñores tiene la luna conmigo;
hoy le dije que, en un descuido,
sin pudor alguno le miré con descaro una teta.

Y ella, con su mirada cómplice,
me dio su espalda menguante en la más profunda oscuridad,
dejando ver su cráter mayor.

Así, la vida se revela como un perpetuo devenir,
una constante metamorfosis
donde cada estación trae consigo una nueva lección,
una nueva oportunidad para redescubrir el mundo
con ojos de asombro y corazón abierto.

Sueña!! Que siempre hay una chispa de luz
esperando ser descubierta.

Tiempo