La Serpiente que me Habita

Ruge la serpiente en mis entrañas.
Se abre mi pecho como un rugido oculto,
un eco voraz que despierta el tumulto.
Hay un dragón que arde en mi pecho,
sus llamas son brasas, su vuelo deshecho.

La serpiente de madera que soy, herida y callada,
muere despacio, su fuerza agotada.
Pero en su mirada, oscura y profunda,
late un secreto que nunca se hunde.

Cansado de palabras que rozan sin tocar,
anhelo el vértigo de amar y sangrar.
Desde lo alto, todo se vuelve pequeño,
amor y dolor, dos caras de un sueño.

Llora la serpiente, con lágrimas de fuego,
un deseo inmortal, un lazo eterno.
Porque la luna, con su brillo certero,
adivina el misterio que guardo en mi pecho.

No hay druida ni magia que cure el tormento,
solo el dolor cincela el sentimiento.
El cataclismo de este amor voraz
redime a la bestia que no puede escapar.

Pongo tu nombre en un altar de espinas,
te ofrezco mi corazón sin mentiras.
Corto los colmillos, pero no mi destino,
porque la serpiente en mí sigue tu camino.

Te ha conquistado la serpiente de madera
que dice el zodíaco chino que soy,
su risa hechicera, su pasión, su amor.
Y aunque sus colmillos ya no hieran tu piel,
en mi sombra eterna sigue siendo fiel.

serpiente