En el jardín de tus ojos, encuentro el néctar de la pasión, entre susurros de amor y suspiros de deseo. Una voz adentro me dice: cuidado, es muy fácil sentir que se ama, confundiendo amor con propiedad. Eso no es amar, es lastimar, adueñarse de la libertad.
No finjas.
Cada palabra tuya es un verso con destino a un corazón, cada caricia, una sinfonía de emociones. Vuelve a avivar el fuego donde arde la risa bien adentro de tu corazón. En el rincón de más calor, vive y baila la danza eterna del amor.
Cada día, nos pesa más la carga de valorar las cosas sólo cuando ya no están. El amor verdadero no busca poseer, sino liberar, no lastima, sino sana. En el jardín de tus ojos, florece la autenticidad y en cada risa compartida, en cada caricia sincera, encontramos la esencia de lo que significa realmente amar.
Así, en la danza eterna del amor, cada paso es un peldaño hacia la belleza de la libertad, de la necesidad de vivir y valorar el presente y de la magia que reside en cada rincón cálido de nuestro ser.